La paradoja de la eficiencia:

Cómo crecer sin ahogar la innovación

20 de octubre de 2025  | Relaciones Públicas Isvana Capital

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“La obsesión por la eficiencia puede matar aquello que nos hizo grandes: la capacidad de crear.”

Si alguna vez has sentido que tu empresa avanza rápido… pero ya no sorprende a nadie, no estás solo.
Muchos líderes llegan a un punto donde todo parece estar “en orden”: los procesos funcionan, los indicadores van bien, el equipo cumple objetivos. Pero algo se siente distinto: ya no hay chispa, ni ideas nuevas, ni ese entusiasmo de los primeros años.

Es la paradoja de la eficiencia: cuando una organización se vuelve tan buena haciendo lo que sabe hacer, que deja de buscar lo que podría ser mejor.
Y lo peligroso es que, al principio, parece éxito.

La paradoja: eficiencia vs. exploración

Con el crecimiento, las empresas tienden a organizarse más, a controlar más, a medir más. Y eso está bien, hasta que esa estructura se convierte en un corsé que asfixia la curiosidad.
El miedo a equivocarse empieza a pesar más que el deseo de intentar algo nuevo.

El resultado es una organización que se mueve con precisión… pero sin dirección.
Kodak, por ejemplo, fue un símbolo de eficiencia industrial. Sin embargo, ignoró la tecnología que podría haberla transformado: la fotografía digital. Ironía pura: la inventaron ellos mismos, pero su sistema era tan eficiente que no supo adaptarse.

¿Por qué sucede?

  • Cultura del control: se celebra la estabilidad más que la experimentación.
  • Obsesión por los indicadores: los KPI miden productividad, no aprendizaje.
  • Aversión al desperdicio: se penaliza cualquier gasto sin retorno inmediato.
  • Estructuras rígidas: lo diseñado para mantener el orden impide la improvisación.

El equilibrio inteligente: eficiencia adaptable

El secreto no está en elegir entre eficiencia o innovación, sino en combinarlas de manera estratégica.
Las llamadas organizaciones ambidiestras lo logran: optimizan lo que tienen mientras exploran lo que viene.

Claves prácticas para lograrlo:

 
  1. Crea un espacio para innovar: equipos con autonomía, ritmo propio y métricas distintas.

  2. Cambia la forma de ver el error: un fallo no es pérdida, es aprendizaje medido.

  3. Reserva presupuesto para el riesgo: destina un porcentaje del gasto a proyectos experimentales.

  4. Simplifica los procesos: menos reportes, más acción.

  5. Evalúa lo aprendido, no sólo lo ganado: ¿Qué descubrimos que antes no sabíamos?

Eficiencia con propósito

La eficiencia no debe ser un freno, sino un trampolín.
Cuando los recursos ahorrados se reinvierten en explorar nuevas ideas, el sistema se vuelve sostenible y vivo.
Empresas como Amazon o Toyota lo entienden: su disciplina sirve a la innovación, no la reemplaza.

El verdadero crecimiento nace cuando la organización aprende a usar la eficiencia como base para crear, no como excusa para no hacerlo.

Ser eficiente sin innovar es como remar en círculo: mucho movimiento, poco avance.
La clave está en mantener viva la curiosidad, incluso cuando todo parece funcionar.

En Isvana, ayudamos a las empresas a encontrar ese equilibrio: optimizar procesos sin perder la capacidad de reinventarse.
Desde la planeación estratégica hasta la gestión financiera, acompañamos a los líderes que entienden que la verdadera eficiencia no se mide solo en costos, sino en la capacidad de evolucionar.

Porque el futuro no pertenece a quienes hacen más con menos, sino a quienes hacen distinto con inteligencia.

Roberto Cordero

Isvana Capital

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